Había
una vez... (y esto es verdad de la buena), una mamá llamada MIRTA.
Mirta tenía dos hijos, Paola y Marcelo.
A
mamá Mirta, le gustaban muchos los
niños, por eso siempre estaba cuidando y jugando con sus peques y sus
sobrinos Claudia, Óscar y Gabi.
Mirta
disfrutaba mucho, mucho, mucho tejiendo y tenía una gran colección de botones.
Botones grandes y pequeños, cuadrados y redondos, rojos y amarillos, verdes y
azules, blancos y negros, muchos, muchos, muchos botones. Y cada uno de ellos
procedía de un lugar distinto del mundo, porque, de jovencita, Mirta
viajó mucho y, por donde iba recogía botones.
Mirta
guardaba todos sus botones en una caja de metal roja, de esas donde vienen los
bombones. Allí guardados, había botones de Argentina, de Colombia, de Houston,
de España..., de todos los lugares donde Mirta había estado.
Ella
siempre pensó que esos botones eran mágicos,
porque al ser de muchas partes del mundo, habían recogido la felicidad de
muchas personas y, en aquella cajita roja, estaba guardado todo el amor
posible.
Así Mirta era feliz, viendo a sus
pequeños hijos jugar y tejiendo sin parar, usando en cada vestimenta que tejía
botones de felicidad.
Pero el destino quiso que mamá Mirta se
pusiese enferma y, mientras sus hijos crecían, ella cada vez estaba
más y más malita.
Paola y Marcelo se hicieron mayores y Mirta deseaba con todas sus fuerzas volver a tener niños revoloteando
entre sus piernas.
¡¡¡¡MAMA MIRTA, QUERIA TENER NIETOOOOOSSSS !!!!
Un día, al abrir su caja de botones,
Mirta se asustó, allí había una especie de duendecillo dormido. Lo tocó con su
dedo corazón y el duendecillo, asustado, se levantó de un salto y, al ver a
mamá Mirta, se tranquilizó.
Mirta preguntó: ¿quién eres?
Y el pequeño duende aún respirando
fuerte por el susto, contestó: “Soy el hado de los botones”. Vaya, este duende
parecía argentino, pues tenía un acentillo extraño.
- ¿Cómo?
- Sí, sí como oís, el hado de los botones. Y vengo a decirte que ya sabés que estás muy enferma y las fuerzas ya no te acompañan. Pronto irás al cielo y allá tus botones no podés llevar. Así es que teje todo lo que puedas y usalos porque, como bien pensás, son mágicos y todo el que tenga uno será por siempre FELIZ.
Y Mirta, muy triste por la noticia que
le traía el hado, dijo: Hado de los botones, no permitas que vaya al cielo
sin antes haber conocido a alguno de mis nietos. Que yo mientras tejeré y
tejeré hasta que mis fuerzas me dejen, para que los botones vuelvan a viajar y
hagan feliz a mucha gente.
Y el hado de los botones desapareció.
Pasó el tiempo y Mirta seguía siempre
igual de feliz, pero cada vez las fuerzas eran menores y ya casi no tejía.
Parece que el hado quiso que su deseo
se hiciese realidad y, el día de la madre del 2004, su hijo Marcelo le trajo
una gran noticia...
¡¡¡¡¡IBA A SER
ABUELAAAAAAA!!!!!
¡¡Qué alegría!! ¡¡qué alegría!! Se puso súper contenta y empezó a tejer y tejer otra vez ropita para el
bebé y hasta baberos, y en uno de ellos tejió:“Claudio” (así se iba a llamar su primer nieto).
Mirta pasó una de las mejores
fiestas de su vida esperando ansiosa el nacimiento de su nietecito, que estaba
previsto para el mismo día de Navidad. Pero.., el muy vago... se retrasó, y
nació el 2 de enero de 2005.
Estaba loca de contento. Sacaba
fuerzas de donde ya no tenía para poder ver a su nieto, deseosa de tenerlo
entre sus brazos.
Pero...
ya...
su...
deseo...
estaba...
cumplido...
Y cuando Claudio estaba a punto de
cumplir 4 meses, yaya Mirta murió.
Sus hijos, muy apenados, recogieron sus cosas y, entre ellas, encontraron la famosa caja roja de los botones.
Marcelo la guardó. “Había que pensar
que cosa buena se podía hacer con aquellos botones”- pensó.
Estuvieron guardados sieteeeeeeeee
laaaaaaaaaargos años, hasta que un día, de la imaginación de la mami de
Claudio, surgió un cuento y al abrir un armario y ver la cajita roja guardada pensó...
¿Y POR QUÉ NO USAMOS LOS BOTONES PARA
ENCUADERNAR CUENTOS?
De este modo, los botones volverán a
viajar por el mundo y cada persona que consiga uno tendrá la magia del hado de
los botones y será casi, casi siempre muy feliz.
Y así es cómo se decidió que, cualquier
cuento que salga de la pluma de esta escritora, irá acompañado con un botón de
LA YAYA MIRTA.
Y para lo bueno y lo malo este cuento
se ha acabado.
Petición: ¿y si se nos acaban
los botones de la yaya Mirta?
Para quién le surja esta duda, le invitamos
a que nos envíe un botón que usaremos en uno de los cuentos, para que nunca nos
falten botones y sigan viajando por lugares remotos, repartiendo felicidad.
Súper noticia: La yaya Mirta ya
tiene 4 nietos: Claudio, Andrea, Héctor y Ana.
Cuanto más lo leo...más botones quiero recibir y dar¡¡¡¡
ResponderEliminarGracias mamá de Claudio y gracias Yaya Mirta
Pao
Pues sí. Gracias yaya Mirta por esta inspiración divina. Seguro que esté donde esté estará contenta de que sus botones sirvan para repartir felicidad.
EliminarMe encanta. Estoy deseando regalar estos cuentos fantásticos y llevar mucha felicidad a mis seres queridos con los botones mágicos. Me has hecho llorar. Mucha suerte.
ResponderEliminarGracias guapa. Me parece genial que te guste. Vamos a repartir felicidad con bonitas historias y botones mágicos. ¡Muak!
EliminarGuau Sonia, me ha encantado!!! Yo quiero un boton de yaya MirtA! También darte uno de la tia Estefa, con el que espero que sigas consiguiendo aflorar sentimientos y sonrisas, tal y como me ha pasado a mi al leer tu cuento.
ResponderEliminarUn besazo enorme para toda la familia!!!! ;p
Me alegro que te guste. Hazme llegar un botón y lo incluiré con un ejemplar, además si quieres que lleve una nota adjunta, ponla con el botón y viajará por el mundo. Un besazo.
ResponderEliminarMe ha emocionado mucho el cuento Sonia. Realmente emotivo. Mi enhorabuena! Alfonso Pujol
ResponderEliminar¡Muchas gracias Alfonso! Es real, convertido en cuento de hadas. Me llena de orgullo que te guste. Un saludo.
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